miércoles, 1 de febrero de 2017

¡nene, el abuelo ha muerto!


Duelo


     Hace unos dias acudió a consulta una madre preocupada por como podría afectar a sus hijos la muerte de un ser querido con el que tenían una relación afectiva muy fuerte y cercana. Era evidente que se trataba de una madre que no sabía que hacer con esa situación sobre todo porque ella estaba en pleno proceso de duelo y en esos momentos cuesta mucho tener claro que hacer para no solo aliviar a quienes nos rodean y más queremos, sino además como hacerlo para no añadir más dolor y tristeza a la que ya se siente.
    Con este pequeño articulo me atrevo a dar una pequeña guía de como actuar para no generar en esos pequeñines que tanto queremos más incertidumbre, miedo o ansiedad incluso.





¿QUÉ DECIR A UN NIÑO ANTE LA MUERTE DE UN SER QUERIDO?

Lo adecuado sería llevarle a un lugar tranquilo en el que puedan estar solos el niño y la persona que se lo va a comunicar y contarle con pocas palabras y en un tono de voz sereno, tranquilizador y realista lo que acaba de ocurrir y lo que sucederá́ más tarde porque esta información le ayudará a sentirse más seguro sobre el futuro.
Por supuesto, utilizando un vocabulario fácilmente comprensible por el niño según su edad y situándose a su misma altura, rodeándole con los brazos si el niño nos da el permiso para hacerlo.
Lo más oportuno es contarle la verdad, decirle que el cuerpo se para del todo, no tiene vida y no siente nada. Hacer hincapié́ en la palabra “del todo” para eliminar cualquier idea falsa.

LO QUE NO SE LE DEBE DECIR:

Que la persona fallecida era muy buena y que estará́ mejor en otro lugar, el niño adquirirá́ conductas desadaptativas puesto que considerará que es mejor ser malo, así́ no se morirá́.
Que el ser querido que ha muerto está de viaje, esperará que vuelva, y al comprobar que no es así́, puede que se sienta abandonados, o incluso adquiera miedo a viajar.
Que el difunto se ha quedado dormido y que no se va a despertar más, puesto que puede conllevar distintas reacciones: provocarle miedo a dormir, creer que el fallecido despertará en algún momento, y temer que otro familiar se vaya a dormir y no se despierte más.
REPITO, lo más oportuno contar la verdad como ya hemos comentado.

¿POR QUÉ SE HA MUERTO?

Decirles: “todos tenemos que morir algún día, de modo que la muerte es un suceso natural que forma parte del ciclo de la vida”. Dejándole claro que es algo que no podemos evitar, de modo que nadie tiene la culpa, ni el, ni el ser querido que ha fallecido.
Aunque algunas veces esta curiosidad infantil pueda agotar al adulto, es importante que se contesten honestamente y de la manera más real posible a todas sus preguntas, puesto que necesita sentirse apoyado y solventar muchas dudas.

Como adultos podemos pensar que no es adecuado que los niños asistan a los ritos funerarios, pero, con cierta edad (más o menos a partir de los seis años, es capaz de entender el aspecto simbólico de los rituales), y siempre que el así́ lo desee, sería adecuado que lo hiciese, pero antes alguien debe encargarse de explicarle todo lo que va a ver, para que una vez allí́ no se asuste y entienda lo que está pasando en todo momento. Asistir a este tipo de rituales con la familia, le permite al niño expresar su dolor, obtener fuerza y apoyo de los demás, y despedirse del ser amado. Pero en el caso de que no lo desee, no es aconsejable obligarle a que lo haga y regañarle por ello, aunque siempre se le puede dar opción a que le haga un dibujo que se llevará con él o le escriba una carta o algún tipo de ritual de despedida sin necesidad de que se tenga que enfrentar a el funeral o el entierro.

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