Nos ha tocado
vivir una época en la que los cambios se producen de un momento para otro y lo
que en un momento fue blanco ahora se torna negro. Los cambios traen consigo
muchas veces inestabilidad, ruptura, novedades… y hemos de estar preparados para
ello, pues en eso consiste nuestra adaptación.
A muchas personas
se les hace muy difícil dejar atrás “su manera de hacer las cosas” porque
siempre hasta ese momento le han dado buenos resultados. Nos ponemos
limitaciones y obstáculos desde el momento en que decidimos que tenemos que
estar “seguros” para hacer determinada tarea o empezar un nuevo camino. Lo
hacemos también cuando “queremos evitar equivocarnos”, toda nueva actividad
conduce muchas veces a errores de los cuales el ser humano aprende y mejora. Y nos
limitamos también cuando queremos tenerlo todo “controlado”, y es quizás esta
limitación la que peor llevamos pues partimos de un concepto erróneo desde el
principio: “el control no se puede iniciar si no se ha iniciado la actividad ,
pues ¿Cómo queremos tener el control de algo que no se ha iniciado?.
Todos
utilizamos o intentamos tener mecanismos
de control sobre las cosas que nos rodean en mayor o menor medida. Valga como
ejemplo , y es algo que yo sufrí en mis propias carnes lo que le ocurre a los
mal llamados “triunfadores” , que bien podría ser tu jefe o alguien muy cercano
a ti . Suelen tener muchos mecanismos de control, esto les lleva a mostrarse
obstinados y exageradamente independientes.
Esto se traduce luego en un estilo de gestión autocrático, ineficaz a la hora de delegar y altos niveles
de estrés tanto para él como para sus compañeros y subordinados. Ya podéis imaginar como puede ser el ambiente
de trabajo o familiar dependiendo de donde se mueva este “triunfador”.
Es por tanto
importante preguntarnos si realmente es bueno tenerlo “todo” controlado. Hay que distinguir claramente el control o
autocontrol de lo que es la formación, organización y la autoconfianza. Tanto en el mundo laboral como familiar tener
una conducta estable es necesaria y el
control de las emociones ayuda a ello, pero ojo no podemos caer en la falacia
de querer tenerlo todo controlado ya que nos impide avanzar, limita nuestras
acciones y reprime muchas veces nuestros sentimientos, creatividad y capacidad
para innovar.
Asì que no olvidéis
nunca que no se puede tener todo controlado , no se puede estar del todo seguro
y que hay que ser capaz de aceptar los errores y aprender de ellos. Si eres capaz de tener en cuenta estos
limites personales que todos en cierta medida nos ponemos , tus triunfos
futuros te darán la oportunidad de seguir generando nuevos éxitos.