viernes, 18 de noviembre de 2016

Inteligencia Emocional Escolar

Es importante comprender y crear en nuestros adolescentes una forma inteligente de sentir, sin olvidar cultivar los sentimientos de padres y educadores. Con ello, el comportamiento y las relaciones familiares y escolares irán tornándose más equilibradas.
La enseñanza de emociones inteligentes requiere de práctica, entrenamiento y su perfeccionamiento y no tanto de la instrucción verbal. Ante reacciones emocionales poco adaptadas no sirve de nada el sermón o la amenaza verbal de “no lo vuelvas a hacer”.  En estos casos lo esencial es ejercitar y practicar cual debe ser la expresión emocional correcta, con técnicas como el modelado y el role-playing emocional. Estas herramientas deben ser básicas y el educador debe convertirse en experto emocional, materializando su influencia educativa, marcando las relaciones socioafectivas y encauzando el desarrollo emocional de sus alumnos.

            El profesor debe ser líder en Inteligencia Emocional. El siglo XXI traerá consigo la responsabilidad de educar las emociones de nuestros hijos tanto o mas que la propia familia. La inteligencia emocional no es solo una cualidad individual, ya que en las organizaciones y grupos tienen su propio clima emocional. La capacidad de los educadores, profesores, entrenadores…. para captar, comprender y regular las emociones de sus alumnos es el mejor índice del equilibrio emocional de su clase.

            No se puede entender la inteligencia emocional como una habilidad o rasgo de personalidad o parte del carácter de una persona. Es cierto que existe cierta interacción entre inteligencia emocional y personalidad, al igual que existe con la inteligencia abstracta: ¿utilizará y desarrollará igual una persona su inteligencia emocional con un Ci alto o bajo?, conocemos a personas muy hábiles, comprensivas y que regulan y equilibran sus emociones muy bien y sin embargo con pocos recursos para conectar con los demás y lo contrario también, personas muy agradables capaces de comprender a los demás y ponerse en su piel, pero muy torpes gestionando sus emociones.
            Si la escuela y la administración asume el reto de enseñar la aritmética del corazón y la gramática de las relaciones sociales dando la formación pertinente a los educadores, probablemente la convivencia en este milenio será mas fácil y mejor, es quizás el momento de reflexionar sobre la inclusión de las habilidades emocionales de forma explícita en el sistema escolar.
            


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