martes, 15 de noviembre de 2016

¿TENEMOS QUE PREOCUPARNOS?


¿POR QUE nos empeñamos en cómo controlar y dirigir lo que va a suceder?  ¿es realmente posible hacerlo? Nos levantamos a diario con la preocupación de no saber qué hacer o cómo actuar ante lo que puede que suceda durante el día. Anticipamos lo que puede ocurrir constantemente, montamos desde el minuto uno que abrimos los ojos, en el caballo de lo posible, sin darnos cuenta que también puede que ese caballo no llegue a meta, que es lo que realmente suele ocurrir. Empezamos el día preocupándonos por algo. Ustedes me dirán el preocuparme me ayuda a pensar y buscar soluciones para que cuando llegue el momento saber qué hacer. ¿Pero tomamos alguna decisión clara mientras nos hablamos internamente?. ¿Dejamos el tema zanjado cuando hemos decidido que vamos a hacer?, o por el contrario estamos todo el día dándole vuelta al tema, cambiando de idea,  añadiendo y quitando otras alternativas. ¿Qué pasa si lo que hemos decidido cuando llega el momento no nos vale porque han cambiado las circunstancias y todo lo que rodea ese problema? ¿hemos perdido el tiempo? ¿nos ha servido de algo? ¿qué hacemos entonces?  
                 
¿Es la preocupación un desorden mental? Si quisiéramos definirla diríamos que preocuparse es una emoción desagradable producto de la incertidumbre ante situaciones que pueden o no producirse. Cuando nos preocupamos activamos los mecanismos de supervivencia de forma permanente, nuestro pensamiento genera desasosiego, incertidumbre, ansiedad, stress…  esto no nos permite tomar las decisiones adecuadas, ni pensar con calma, tenemos que encontrar soluciones YA. Si esto es así ¿porque el 99% de la población mundial está preocupada por algo? Si preocuparnos está a la base de múltiples trastornos psicológicos ¿no debiéramos aprender a no hacerlo? Yo no conozco a nadie que no le preocupe algo, si es cierto que hay quien vive eternamente preocupado y otros que se preocupan muy pocas veces.

                  ¿cuando empezamos a preocuparnos? La mayor parte de los niños mientras viven dentro del núcleo familiar no se preocupan nunca. Salir de este núcleo nos convierte en adictos a las preocupaciones pues empezamos a enfrentarnos a la realidad social, relaciones personales, entorno escolar, mundo laboral…  lo mejor de todo es que la mayor parte de las preocupaciones que no nos dejan conciliar el sueño, no solo tienen solución, sino que además generalmente se resuelven solas, sin la necesidad de que actuemos. Es cierto que hay otras más importantes que requieren de creatividad, esfuerzo, inteligencia…. para poder resolverlas, pero realmente ¿sirve de algo preocuparse? Yo considero que no sirve de nada en ninguna circunstancia. La solución a cualquier preocupación la determina la palabra ¿Y?, preguntaros siempre después de cualquier conflicto, pensamiento o emoción desagradable ¿Y? Veréis que al final lo que en un principio era tan grande poco a poco se va quedando pequeño. Probad a hacerlo.

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