martes, 18 de octubre de 2016

LAS PERDIDAS : EL DUELO




     Cuando perdemos a alguien o algo importante en nuestras vidas se instaura en nosotros lo que comúnmente se llama Duelo. Lo tenemos asociado normalmente a la pérdida de un ser querido, pero abarca muchas más situaciones que padecemos sin ser conscientes de ello.                Hoy he hablado con un compañero de trabajo que no hace mucho abandonó la empresa en la que llevaba muchos años, fue una decisión meditada y que tomó sin ninguna coacción. No obstante me decía que se encontraba mal y que tenía la sensación de haber obrado mal. Después de un rato le dije que estaba pasando por una situación de duelo emocional. Se me quedó mirando con cara de asombro y me dijo: "a mí no se me ha muerto nadie y yo me fui de mi empresa, nadie me echó" . A lo que yo le contesté: "probablemente no estás dado cuenta pero has enterrado a alguien muy querido para tí, la persona con la que has vivido muchos años dentro de tus ropas en esa empresa que ya no es la tuya".  Por un momento se quedó pensando y ante su incredulidad quise contarle en que momento del duelo se encontraba y por las fases que aún debe pasar. Toda pérdida trae consigo un duelo, el apoyo familiar en esos momentos es indispensable y la autoestima también.
    Amigo mío si lees este articulo voy a escribir lo que ya te expliqué porque creo que es bueno que otros como tú, que han dejado su empleo, el que ha roto con su pareja, el que deja el lugar donde ha vivido siempre,.... en fín, todo el que sienta que ha perdido algo importante en su vida, deben entender que muchas de las cosas que parecen no tener explicación si la tienen y siempre que se pierde algo hay luego una ganancia.

ETAPAS:
Las etapas psicológicas que atraviesan en el proceso de duelo las personas que han sido desvinculadas laboralmente, son muy similares a las de otras tipologías de perdida. Son las siguientes:


Incredulidad. Es la primera reacción frente a la evidencia de la pérdida, un mecanismo de defensa que amortigua el impacto de la noticia y que incluye sensación de aturdimiento y shock. La persona no desea aceptar la realidad.

Regresión. Se produce una aparente recuperación y la persona vive la pérdida como un estado transitorio (algunos expertos lo denominan “estar de vacaciones” u “optimismo irreal”).

Manifestación de emociones y sentimientos. La persona cambia su percepción sobre sí misma y se reconoce la pertenencia al colectivo de desempleados. En esta fase afloran el resentimiento, la frustración, la inseguridad y el fracaso. Sentimientos normales ya que la persona se considera rechazada por la sociedad. Hacia el final de esta etapa, disminuyen la agresividad y la crítica excesiva hacia los otros y hacia sí mismo, produciéndose la aceptación parcial de la pérdida.

Desolación. La persona manifiesta un estado de desolación al empezar a asumir la ausencia, llegando al estado anímica más debilitado. Comienza el desapego de la situación anterior, dejándose atrás expectativas y procesos mentales asociados a la situación pasada.

Aceptación. Se acepta la pérdida intelectual y emocionalmente. Se alcanza el proceso de cicatrización, preparándose para proyectarse al futuro y afrontar nuevos proyectos, actividades y responsabilidades. 

    El ser humano tiene dos mecanismos para avanzar: acercarse a lo que le proporciona placer y alejarse de lo que le causa dolor. Evitar el dolor no comprometiéndose con lo que está pasando podría ser por lo tanto una posibilidad, aunque de ninguna manera elegible; porque quedarse pegado a las cosas es vivir cultivando el pasado, lo que ya no es.
    Si no se completa el proceso del duelo, se dejan etapas fundamentales por cubrir: para conocernos mejor, superar retos y descubrir recursos internos, madurando de cara a otras pérdidas futuras. Según J. Bucay, el mayor desafío de un individuo sano es saber que puede afrontar la pérdida de cualquier cosa. El coraje y la fortaleza de la madurez, consiste en tomar conciencia de que podemos afrontar todo lo que nos pase. Obtener y perder son parte de la dinámica de una vida considerada feliz y no hay pérdida que no implique una ganancia, un crecimiento personal; siendo importante registrar la ganancia experimentada como resultado de aquella pérdida.


HAY MÁS QUE DOLOR EN UN DUELO.
EXISTE EL CORAJE DE LLEGAR DONDE NUNCA LLEGASTE,
EN EL ACTO DE DEJAR ATRÁS, HAY ALGO DE SALIR AL ENCUENTRO.
 Y CADA ADIÓS OCULTA SILENCIOSO UNA BIENVENIDA.


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