jueves, 18 de enero de 2018

"para toda la vida"

Hace unos días un cliente vino a consulta apesadumbrado, nervioso y con signos claros de alteración emocional. Después de hablarme de su problema: "celos", me hizo una pregunta nada extraña teniendo en cuenta el motivo de su consulta: " ¿qué podía hacer para que su mujer nunca dejase de quererlo y siempre estuviese a su lado?". Era una gran pregunta, una pregunta definitiva, una pregunta que requería de un enorme esfuerzo de razonamiento en una tarea tan lejos del sentido común: el amor, un sentimiento tan fuerte como el viento y tan volátil como el humo. Le pedí que me hablase de ella, de cómo era, de qué cosas le gustaban, de como era su relación. El siempre había sido celoso, siempre había visto fantasmas detrás de cada sombra, detrás de cada gesto, detrás de cada sonrisa. No obstante en el fondo sabía que eran cosas suyas y que ella nunca, dio pie a nada de lo que su imaginación insegura y desconfiada, en ocasiones le castigaba con pensamientos, no por extraños, imposibles.


Cuando hablaba de ella se le iluminaba la mirada, sonreía, era muy feliz, estaba claro que la quería mucho y que ese amor le llenaba la vida. Me confesó que se sentía inseguro y que tenía mucho miedo a perderla. Le pregunté como se podía perder algo que nunca había sido propio. Se quedó algo confuso y me contestó: "hablo de mi mujer". Le pregunté: "¿es tuya?". Por un momento se quedó muy sorprendido, me contestó con un "claro que sí", pero luego se quedó mirándome y como si hubiese descubierto algo realmente sorprendente me contestó: "es cierto, no es mía, nunca ha sido mía". En ese momento, asustado, me dijo que ahora la situación era aún peor, había comprendido que no tenía ningún poder sobre ella y esto le hacía sentirse aún más débil, más inseguro, con menos confianza. Llevaban muchos años juntos y realmente él la amaba y la respetaba, pero durante toda su vida matrimonial él había sufrido mucho por sus celos. Le pedí que reflexionara y que buscara alguna consecuencia positiva de tal descubrimiento, que según él lo cambiaba todo. Pensativo, balbuceo entre dientes: "y si no es mía, esta claro que lleva tantos años conmigo porque quiere". Evidentemente era así. Ya nadie está con nadie ni puede estarlo en contra de sus sentimientos o emociones. Nadie le pertenece a nadie, cuando alguien está con otra persona es porque puede "ELEGIR ENCADENARSE" emocionalmente, porque en el fondo cuando te enamoras y decides compartir tu vida con alguien, estás eligiendo entregarte y compartir tu intimidad, tu cuerpo, tus pensamientos, tus emociones... pero eso no te hace dueño de la otra persona. Para acabar la sesión le propuse que siguiera 8 pasos para que de alguna manera, si no podía hacer que su mujer nunca le dejase de querer, por lo menos pudiera hacer algo que la hiciese sentirse especial y desease estar siempre con él: 1.- Preguntale cada día por su día a día e interésate por sus cosas. 2.- Abrazale cuantas veces lo necesites o sientas que quieres hacerlo y presta atención, a los momentos en los que no solo tu lo necesitas, sino también ella. 3.- Dale pequeñas sorpresas, como cuando empezasteis a salir: una flor, un paseo agradable, un pañuelo bonito, un beso a escondidas... 4.- Siéntate a su lado y recuerda los buenos momentos, felicítala por su logros y alágala por su forma de ser. 5.- Sorprendela con tus besos, con tus caricias, con tus momentos inesperados de amor. 6.- No pares nunca de decirle "te amo", es como el aceite que mantiene la llama viva. 7.- Sigue invitandola a salir, como hacías cuando os conocisteis. No entres en la rutina de ir a los mismos sitios, ni a los eventos de obligada visita (la familia, cumpleaños...) 8.- Haz por ella lo que no harías por nadie más Recuerda que si tu relación no pasa por un buen momento, lejos de buscar los porqués y de hacerte daño buscando en retorcidos pensamientos, prueba a seguir estos pasos y recupera la felicidad que por momentos parece que se te escapa. Ten muy claro que nadie pertenece a nadie y que el amor es una elección.

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