miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Lo sabías?....

Interesante lo último que he recibido de la revista Tener salud, sería bueno leerlo. ¿Cuántas veces nos habrá oído decir que el paracetamol, la aspirina y el ibuprofeno son mucho más peligrosos de lo que parece? Y sin embargo, son tres medicamentos de los que sistemáticamente se abusa. Ninguno de ellos debe tomarse a la ligera. No son medicamentos banales ni inocuos y se toman de forma abusiva.
No quiero abrumarle con datos de estudios, ni largas listas de efectos secundarios (pero créame que son muchos los estudios científicos que han demostrado los daños que causan en el organismo). Sólo voy a darle una pincelada, la justa para arrojar un poco de luz sobre el asunto:
Quienes toman paracetamol de forma rutinaria tienen un 63% más de probabilidades de morir de forma inesperada, un 68% más de sufrir un ictus o un infarto y un 50% más de tener una úlcera o sangrado estomacal.
No siempre los estudios científicos pueden consultarse libremente por el público, pero en este caso éste sí es de acceso abierto. Si los datos le han puesto los pelos de punta y quiere profundizar en ellos, al final de mi texto, en las fuentes, le he puesto un enlace directo a la versión más reciente del estudio (la primera vez que se publicó fue en 2015).
Si cree que el ibuprofeno es más inofensivo, quítese esa idea de la cabeza. Las evidencias se acumulan. Uno de los últimos estudios, publicado en la revista científica European Heart Journal concluyó asegurando que su consumo aumenta un 31% el riesgo de paro cardíaco (otro medicamento de la misma familia de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) al que pertenece el ibuprofeno, el diclofenaco, lo aumenta aún más). Para hacer el estudio, los científicos investigaron todos los paros cardíacos que se habían producido en Dinamarca entre los años 2001 y 2010 y los pusieron en relación con el consumo de AINEs en los días previos… y tras sumar 2 más 2 llegó la evidencia.
Y ahora veamos otro clásico de los botiquines familiares: la aspirina. Es el medicamento más prescrito del mundo, y parece inofensivo hasta que se explora la letra pequeña de los informes científicos. Problemas digestivos, úlceras, asma y hasta acúfenos (tinnitus) son algunos de los riesgos asociados a su consumo. Uno de los más frecuentes es el de provocar hemorragias internas, incluida la cerebral. El peligro se hizo más evidente después de que se empezara a recomendar tomar una aspirina al día para prevenir problemas cardiovasculares (dado que previene la formación de coágulos en las venas y arterias). Y ciertamente, en casos de personas que ya han sufrido un episodio cardiovascular, y siempre bajo prescripción y control médico, protege frente a un nuevo episodio. Pero nuevas investigaciones (como la publicada en The Lancet este mismo año) han dejado claro que salvo en esos contados casos, tiene más riesgos que beneficios.

Qué tomar en vez de aspirinas, paracetamol e ibuprofeno 

Lo que voy a contarle ahora no son soluciones para “engañar” al dolor ni para sentirse algo mejor, sino para neutralizarlo. Sin pastillas, sin efectos adversos y con resultados frente al dolor puntual y agudo iguales o incluso superiores a los de los medicamentos que acabamos de ver. 


La cúrcuma, por ejemplo, es un analgésico muy potente. Tanto como la cortisona y el ibuprofeno, especialmente frente al dolor articular, la poliartritis reumatoide y la gota. También actúa muy bien en caso de síndrome del colon irritable, para el dolor postoperatorio, el premenstrual y el causado por las heridas. Pero no estoy hablando de cúrcuma tal como la usaría en la cocina (pues como especia contiene muy poca curcumina y ésta tampoco se absorbe muy bien en el tubo digestivo, por lo que no tendría efecto analgésico), sino de 2 gramos de cúrcuma fosfolipídica (una mezcla de lecitina y curcumina). 
Le aseguro que funciona de forma espectacular. Hay cientos de estudios que han mostrado que reduce la síntesis de los mediadores de la inflamación, regulan su actividad y disminuyen significativamente el dolor.

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